Dos caminos se bifurcaban y yo, yo tomé el menos transitado y eso hizo toda la diferencia.
Robert Frost
Muchas PAS se sienten unos bichos raros, en el sentido más despectivo del término, claro.
Yo antes odiaba ser rara.
Con antes quiero decir prácticamente toda mi vida, hasta hace unos pocos años. Era dolorosamente rara.
No. No me digas lo de que todos somos raros a nuestra manera. Hay gente, como tú y como yo que somos raros. Raros de verdad. Y punto.
Algun@s prefieren verse como diferentes, porque el término raro les recuerda todo el abuso y el aislamiento social que han tenido que padecer.
Lo entiendo.
Hay mucho dolor acarreado al término raro.
Bueno, llámalo como quieras. El caso es que somos lo que somos.
Pero mira, a mí me ha acabado por gustar ser así, o como mínimo me he dejado de pelear con ello. Lo cual hace una diferencia gigante en mi vida.
Y esto lo pude hacer solo cuando entendí en qué consistía exactamente mi rareza. Porque este es el problema principal a la hora de no estar a gusto siendo raro, que como no conoces tu rareza, no sabes qué es lo que tienes que aceptar.
Y vas como el patito feo que no sabe que en realidad es un cisne bello.
Y tampoco sabes bien dónde o a quién acudir a que te guíe porque la sociedad tiende a querer hacernos a todos iguales, a patologizar al diferente y tratarlo como un error de la naturaleza que debe de ser corregido.
Y el ser raro no es algo patológico. La diferencia no es un trastorno.
Aunque no siempre es fácil salirte de lo establecido.
Yo estuve años intentando no ser rara. Muchos.
Me fué muy mal. Fracasé estrepitosamente en el duro camino de fingir que era normal. Y me perdí a mi misma mientras tanto.
Al final llegué a una edad donde ya no tenía ni idea de quién era yo verdaderamente.
Por mucho que me hubiese estudiado a mí misma, por mucha terapia que llevase a mis espaldas. Por mucha licenciatura de psicología … el puzle que era yo seguía sin tener sentido.
Estaba perdida. En algún punto de mi vida ya supe que era PAS y que esto era al menos una parte de mi rareza, pero no sabía en realidad lo que era ser PAS.
Seguía con el lavado de cerebro social y cultural que tenemos todos desde que somos muy pequeños hasta que no me quedó más remedio que desaprender, como nos pasa a muchos cuando el sufrimiento se nos cae encima con una pesada losa.
Al final, empecé a cuadrar todas las piezas de mi puzle interior cuando conocí a otras PAS.
Al principio fue difícil.
Empecé a comprender muchas cosas, algunas de ellas dolorosas.
Esto que me pasó a mi le pasa a mucha gente. Descubren la alta sensibilidad (o las Altas Capacidades) y como no les gusta ser así miran para otro lado. No lo consideran importante, lo ignoran, hacen como si de verdad pudiese ser un factor que puedes dejar en la sombra.
Como si quitar piezas claves del puzle de quien eres no fuese a afectar para nada que el puzle esté acabado y tenga sentido.
Como si pudieses tener una vida medianamente digna y feliz siendo PAS y fingiendo que no lo eres…
Pero no nos engañemos.
Ser raro a veces es difícil.
Sobre todo, cuando eres muy joven.
Nadie quiere ir en contra de la corriente. El camino menos transitado (como dice el maravilloso poema de Robert Frost “el camino no elegido”) no siempre es el más fácil. Es solitario.
La mayoría de veces no tienes la hierba pisada, ni puedes seguir las huellas de nadie, porque nadie ha pasado por delante de ti.
Pero estoy convencida de que todos venimos con un propósito a este mundo. Y lo mismo, lo que nos ha tocado a algunos es ser raros (o diferentes, lo que más te guste).
Así que, no sé tú, pero yo voy a abrazar mi rareza.
Más que nada porque la vida intentando no ser rara es miserable. Más fácil, quizá, pero no es una vida con sentido, al menos para mí.
Y porque no hay nada seguro en esta vida, por mucho que los humanos en nuestros delirios de control y grandeza pensemos que sí.
Y si mañana o dentro de 20 años (espero que dentro de muuuuuchos años más) no estoy en este mundo, no quiero haber desperdiciado mi tiempo siendo alguien que no soy.
No quiero echar la vista atrás y sentir que no estuve de mi lado, que nunca acabé de estar a gusto conmigo, que siempre estuve peleada con quién me tocó ser.
En fin.
Que quiero sentir que aproveché mi vida y fui fiel a mi misma.
Te espero en los comentarios 😉
Yo también de pequeña, adolescente, joven y un buen tiempo de adulta tuve tendencia a la tristeza, depresión (mi madre tb) a estar tiempo sola, aunque soy abierta y sociable y tengo amistades y marido, pero hice psicoanálisis individual y luego de grupo durante muchos años, me ayudó muchísimo, me liberó de muchas emociones y me aclaró muchos recuerdos. Ahora tengo 65 años y no he vuelto a tener depresiones desde hace mucho tiempo, quiero creer q gracias a la terapia. Sin embargo aún no abrazo el ser tan sensible, le veo más inconvenientes q gratificaciones. Un beso María, y siempre gracias x tu compañía
Hola Juana. Me alegro de que te ayudase la terapia. Y si, lleva tiempo y trabajo y a veces ayuda de alguien que entienda del rasgo para llegar a aceptarlo y estar a gusto siendo así.
Un abrazo para ti, y muchas gracias por tu aporte 😉
Una cosa que siempre me hace sentir rara es no saber que contestar cuando me preguntan «¿qué tal?. Desde siempre pensé que ésta era una pregunta que había que responder con sinceridad hasta que me di cuenta con los años, que es una pregunta retórica, comodín, porque la mayoría de la gente no quiere escuchar como estás realmente, si no que a su pregunta se le responda con una sonrisa y un amplio, «bien gracias», sin complicaciones, je, je. Ahora recuerdo estas cosillas con ternura, pero antes lo pasaba mal y me sentía triste cuando notaba que no me lo preguntaban por querer saber de mi. No sé, es lo primero que se me ha venido a la mente cuando has hecho tu pregunta, je, je. Me ha encantado tu artículo. Muchas gracias por tanto. Un abrazo
Hola Alicia.
Si, entiendo lo que cuentas. A las PAS a veces nos cuestan un poco este tipo de «formalismos» sociales.
Gracias por pasarte a comentar. un abrazo 😉
Cuando por fin admitimos nuestra rareza es una liberación. Y eso que me dicen «no, si ya te veía algo raro…..», sin saber que sólo han visto una pequeñita parte, porque el resto lo guardas bajo mil llaves con un esfuerzo inmenso para no ser tú mismo y poder así ser como el resto, algo que no conseguimos nunca.
Cada vez me gusta más ser diferente, ser yo, pero cuando miras atrás el camino es muy largo, sinuoso y como dices, María, casi siempre solitario.
Un camino que por suerte continúa y nunca deja de enseñarte, si precisamente dejas que tu interior «real» te guíe.
También creo que todo, incluido nuestra «rareza» tiene un algo, un fin, que ni siquiera podemos comprender, pero que nosotros presciasame podemos intuir y llegar sentir ligeramente.
Al leerte, como les pasará al resto, me identifico tan inmensamente contigo, que las emociones me hacen llorar, y ésto es algo que hace no tanto tiempo no me hubiera atrevido a ni siquiera insinuar.
Si, Natxo, totalmente, es cuando admitimos y aceptamos nuestra rareza que nos liberamos.
Gracias por comentar. un abrazo 😉
Ser raro, por el sólo hecho de serlo, no es bueno ni malo ni regular. Puede ser malo si esa rareza es a causa de algún problema físico y/o psíquico grave. Pero, generalmente, es tan sólo el estar fuera de la norma, de lo habitual. Mucha gente te puede mirar con extrañeza pero no hay que darle importancia, por sí mismo no es algo para alabar ni para criticar.
Hola Luis. Si, exactamente. El ser raro es simplemente una cuestión estadística. Lo que pasa es que hay PAS y PAC a los que esas «rarezas» se les han castigado, y se les han llamado raro, como algo malo y despectivo. Esa parte es importante trabajarla en sesión porque efectivamente el ser raro o diferente no tiene nada de malo.
abrazo;)